miércoles, 16 de mayo de 2012

La claridad mental es desapegarte de las emociones causadas por cuestiones insignificantes en tu vida. Y cuando tienes tanta claridad, y estás enfocado, inmediatamente tienes una línea directa hacia esta mente más profunda. Porque no has enturbiado las cuestiones con el pasado, con posibilidades, con sentimientos heridos, con decepción, victimismo, quejándote, gritando, llorando. No has enturbiado la circunstancia que es tan difícil. Sabes, y todas esas cuestiones actúan como una tormenta eléctrica en el lóbulo frontal. Y todas ellas resuenan desde la corteza cerebral, y tú las reciclas y las repites, piensas en ellas, hablas de ellas una y otra vez y cuando alguien te provoca, comienza la tormenta. Eso no es claridad mental. Eso es implicación personal. 




Eso refuerza nuestra realidad, fortalece las redes en lo concreto de nuestras dudas, limitaciones y victimismos. Cuando la tormenta amaina y uno está despejado y fuera del torrente emocional, podemos ver un problema en nuestro cuerpo desde el punto de vista del observador y solucionarlo. Milagroso. Porque, ves, no tienes que juzgarlo. No tiene que regurgitarse en la tormenta. No tenemos que hablar sobre cómo llegó allí. No tenemos que aferrarnos a ello por algún recuerdo. No tenemos que llevarlo puesto como insignia. No hay lugar para eso en la claridad mental.”

Por. Lucky Mejía, Valentina Flores, Bryan Hernández

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